EN
LOS HOGARES
Por
el Presbítero Rodolfo Vergara Antúnez
Año
1895
Breve
reseña de la Entronización del Sagrado Corazón
Fundada
por el Padre Mateo Crawley- Boevey SS.CC.
La
inspiración que tuvo el Padre Mateo, autor de la Hora
Santa (ver aquí) en Paray le Monial, lugar de las revelaciones del
Sagrado Corazón a Santa Margarita María de Alacoque, para crear su
Apostolado de la Entronización, puede resumirse en las palabras del
Papa Benedicto XV, quien aprobó la obra de la entronización
mediante una carta fechada el 27 de abril de 1915. En ella la definió
así: «La
Entronización es la instalación de la imagen del Sagrado Corazón,
como en un trono, en el sitio más noble de la casa, de tal suerte
que Jesucristo Nuestro Señor reine visiblemente en los hogares
católicos».
Se trata, pues, no de un acto transitorio, sino de una verdadera y
propia toma de posesión del hogar por parte de Jesucristo Rey, que
debe ser permanentemente el punto de referencia de la vida de la
familia, que se constituye en súbdita de su Corazón adorable.
Si
se desea que la Entronización produzca frutos maravillosos, dice el
Fundador, forzosamente la ceremonia debe prepararse bien, por eso le
proponemos a nuestros lectores durante el mes de junio, dedicado al
Sagrado Corazón, la meditación de este misterio insondable de amor
por los hombres con los escritos del Padre Rodolfo Vergara Antúnez,
autor del Mes de María, (ver aquí) para que el día 30 se pueda
realizar la ceremonia que publicaremos. También les proporcionamos
una imagen en alta resolución que pueden imprimir y enmarcar para
poner el lugar más destacado del hogar (aquí).
DÍA DECIMO OCTAVO
Oración con que se comenzarán los
ejercicios de cada día del Mes.
Adorable Corazón de Jesús, trono de
misericordia y manantial inagotable de gracias, dignaos aceptar los
homenajes de amor y de agradecimiento que traeremos al pie de vuestro
altar durante la serie de bellos días consagrados a vuestra gloria
como preparación para entronizarte en nuestros hogares. Obedientes a
la dulce voz de vuestro Corazón, venimos a ofreceros el débil
tributo de nuestros consuelos para haceros olvidar la ingratitud
incomprensible con que tantos pecadores corresponden a la inmensidad
de vuestros beneficios. La voz de nuestras alabanzas subirá cada día
a las alturas de vuestro trono para apagar el eco de las blasfemias
con que os ultrajan tantas almas rescatadas con vuestra Sangre
Preciosa. Nuestros corazones, profundamente conmovidos por la
amargura de vuestras quejas, vienen aquí a protestaros que os aman y
que os amarán mientras les concedáis la vida, con toda la efusión
y la ternura de que son capaces. Queremos reparar las ofensas que
recibís continuamente de los infieles que no tienen la dicha de
conoceros, de los herejes que tienen la desgracia de negaros y de los
impíos que tienen la audacia de haceros implacable guerra. Nosotros
hemos sido, es verdad, del número de los ingratos que os ofenden;
pero, sinceramente arrepentidos de nuestros pasados extravíos,
aceptad, ¡oh Corazón misericordioso! las reparaciones que os
ofrecen nuestros dolores y nuestras lágrimas; las oraciones y
sacrificios que te presentaremos durante este mes para que reines en
nuestros corazones, nuestras familias, en la sociedad y el mundo
entero ¡Viva Cristo Rey!
CONSIDERACIÓN
Lo
que es el pecado a los ojos de Dios.
«Mi
divino Maestro, dice Margarita María, me dio un día esta lección:
«Sabe, me dijo, refiriéndose a una falta que cometí, que soy un
Maestro santo y puro, y no puedo soportar la menor mancha. Yo te daré
a conocer que detesto a las almas tibias y negligentes, y que si soy
indulgente para soportar tus flaquezas, no seré menos severo en
castigarlas.»
«Esto
lo he experimentado toda mi vida, porque puedo decir que no ha dejado
sin reprensión o castigo falta alguna en que hubiese un poco de
negligencia o de propia voluntad; confieso al mismo tiempo que nada
me era tan doloroso como verlo disgustado conmigo por poco que fuese.
Comparadas con esta, todas las demás penas eran para mi llevaderas.»
Una
aparición de Nuestro Señor cargado con su Cruz y todo cubierto de
llagas, contribuyó a imprimir más vivamente el horror al pecado en
el corazón de Margarita. «Entonces, dice, empecé a comprender
mejor la gravedad del pecado; y tal fue el horror que me inspiraba,
que hubiese preferido mil veces precipitarme en el infierno antes que
cometer un solo pecado voluntariamente. ¡Oh pecado, cuán detestable
eres por la injuria que haces a mi soberano Bien!... la verdad, este
Amado de mi corazón ha infundido en mi alma un terror tan grande,
que querría mejor verla entregada a las furias infernales, que
manchada con un solo pecado. Por muchas que sean mis faltas,
Jesucristo no me priva de su divina presencia; pero me la muestra tan
terrible y severa cuando en algo lo he desagradado, que no hay género
de tormento que no me fuera dulce en comparación de la airada faz de
mi Señor. Hubiese querido entonces ocultarme y alejarme; pero todos
mis esfuerzos eran inútiles, pues en todas partes encontraba su
presencia; lo cual me hacía exclamar muchas veces con dolorosa
angustia: «¡Cuán terrible es caer en manos del Dios vivo!»...
Desde que mi Dios me ha hecho ver la horrible figura de una alma en
pecado y la gravedad de éste, vivo continuamente en un abismo de
confusión a la vista de mis faltas.»
En
estos términos habla del pecado, iluminada por Dios, la que tuvo la
dicha de no ofender a Dios con culpa grave y que mereció por su
angelical pureza ser objeto de una predilección extraordinaria. ¡Qué
lección para los que cometen pecados mortales con la facilidad,
ligereza e irreflexión con que se ejecutan los actos ordinarios de
la vida!. Si las almas santas tiemblan de espanto ante la ira de
Dios, ¿cómo se explica la tranquilidad de espíritu de los que
beben la iniquidad como el agua?
Práctica Espiritual
Adoptar
desde hoy la saludable resolución de honrar al Sagrado Corazón
rezando todos los días el Santo Rosario.
Oración final.
¡Oh Corazón Sacratísimo de Jesús!,
quisiéramos que todos los corazones se reuniesen para amaros y que
todos los labios se abriesen para bendeciros en un solo cántico de
reconocimiento y de alabanza. Quisiéramos traer a vuestros pies todo
lo que hay de grande y hermoso en el cielo y en la tierra; y que
todas las criaturas salidas de vuestra mano omnipotente se unieran a
nosotros para ensalzar vuestras grandezas y celebrar vuestras obras
de bondad y de misericordia. Pero ya que esto no es posible, recibid,
Señor, como débil expresión de nuestro amor, las flores con que
nuestra familia adorna vuestra imagen, las luces con que iluminamos
el trono de vuestra gloria y los cánticos de gratitud que cada día
modulan nuestros labios. No miréis la pobreza de nuestras ofrendas,
sino el amor con que os las presentamos; y en cambio, abrid en este
Mes bendito los tesoros de vuestras gracias y derramadlas sobre
vuestros amantes hijos, que atraídos por el encanto de vuestro
Corazón y congregados en torno de vuestro altar, quieren
glorificaros en estos santos días, para merecer la dicha de amaros
eternamente en el cielo. Amén.
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