viernes, 10 de junio de 2016

MES DE JUNIO DEDICADO AL SAGRADO CORAZÓN DÍA DÉCIMO SÉPTIMO

MES DE JUNIO
DEDICADO
AL SAGRADO CORAZÓN
DÍA DÉCIMO SÉPTIMO


ACTO DE CONTRICIÓN


¡Dulcísimo Corazón de Jesús, que en este Divino Sacramento estais vivo e inflamado de amor por nosotros!
Aquí nos tieneis en vuestra presencia, pidiendoos perdón de nuestras culpas e implorando vuestra misericordia. Nos pesa, ¡oh buen Jesús!, de haberte ofendido, por ser Vos tan bueno que no mereceis tal ingratitud. Concedednos luz y gracia para meditar vuestras virtudes y formar según ellas nuestro pobre corazón. Amén
Día 17
EN EL SAGRADO CORAZÓN, HALLAREMOS LA MÁS EFICAZ PROTECCIÓN


I
Rodeados como estamos de enemigos, necesitamos a todas horas unceloso y vigilante protector, y sobre todo porque son muchos esos enemigos; y son poderosos; y nos aborrecen de muerte.
Todo lo que es enemigo de Jesucristo es por consecuencia enemigo de nosotros los cristianos. Tengo pues, enfrente de mí a todo el poder del infierno, y sirvo de blanco a sus ataques, tanto de persecución, como de seducción. El ejército del mal, que inspira invisiblemente Satanás, y visiblemente acaudillan los representantes de este en la tierra, llena el mundo; hay momentos en que ansioso se pregunta el corazón si no es ya dueño enteramente de él. Le sirven para la propaganda de sus ideas los medios y la elocuencia; ejecutan sus órdenes muchos gobiernos; le prestan ayuda muchos extraviados con sus talentos. No hay acontecimiento alguno de cuantos presenciamos, que no sea un hecho belicoso en favor o en contra de la causa de Dios, y por consiguiente que no tenga pública o secreta relación con la suerte eterna de cada uno de sus amigos. Porque así como Dios todo lo ha puesto a mi servicio para salvarme, así todo lo pone en juego el demonio, mi enemigo, para perderme. Toda la rabia del infierno, contra Dios, la descarga él contra mí, imagen suya, ya que contra Dios se reconoce impotente. ¡Pobre de mí, hecho de continuo objeto de tan violentas arremetidas! ¿Hay esperanza de salvación para el hombre en medio de tan obstinado empeño para que la pierda?
Medítese unos minutos.
II
Sí, alma mía, tienes un protector más fuerte que todos tus enemigos, y es seguro que nada puede el infierno entero contra quien a tal amparo se sepa refugiar. Ampárate al Sagrado Corazón de Jesús. Tómale por escudo, y avanza valerosa. Di con seguridad: "El Señor es mi amparo; no temeré cualquier cosa que pueda hacer contra mí el enemigo. El Señor es mi defensor; ¿qué puede atemorizarme? Si se levantan contra mí armados ejércitos, no temerá mi corazón; si se libra contra mi dura batalla, en Él pondré mi confianza".
¡Sagrado Corazón de Jesús! Mira cómo está mi alma de continuo asediada, víctima de constante persecución, vacilante tal vez ya y próxima a caer en manos de sus enemigos. ¡Dame fuerza, Sagrado Corazón! Están el mundo, el demonio y la carne contra mí. Pero sé que no estoy solo, no, sino contigo, mi dulce bien, mi único amparo, mi protector y fortaleza. No les temo ya a los enemigos. Ya se levanten en mi corazón tempestuosas pasiones; ya haga brillar el mundo a mi alrededor sus más poderosos atractivos; ya oiga zumbar sobre mi cabeza el continuo tiroteo de los que persiguen de muerte tanto a Ti, como a tu Iglesia y a tus amigos. A tu lado estoy y no desfalleceré. Caigan a mi derecha mil, y diez mil a mi izquierda, no me tocarán a mí los dardos del perseguidor. Clamaré al Señor, y me oirá; conmigo estará en el riguroso trance, y me sacará a salvo, y aun con eso mismo me glorificará.
Sí, dulce protector mío, bondadosísimo Corazón, en tu poder he puesto tal confianza, y sé que no me fallará.
Medítese, y pídase la gracia particular.




Medítese y pídase la gracia particular.


ORACIÓN Y ACTO DE CONSAGRACIÓN


Rendido a vuestros pies, ¡oh Jesús mío! ,considerando las inefables muestras de amor que me habeis dado y las sublimes lecciones que me enseña de continuo tu adorabilísimo Corazón, os pido humildemente la gracia de conoceros, amaros y serviros como fiel discípulo vuestro, para hacerme digno de las mercedes y bendiciones que generoso concedeis a los que de veras os conocen, aman y sirven.
¡Mira que soy muy pobre, dulcísimo Jesús, y necesito de Vos como el mendigo de la limosna que el rico le ha de dar! Mira que soy muy rudo, oh soberano Maestro, y necesito de tus divinas enseñanzas, para luz y guía de mi ignorancia! ¡Mira que soy muy débil, oh poderosísimo amparo de los flacos, y caigo a cada paso, y necesito apoyarme en Vos para no desfallecer! Sedlo todo para mí, Sagrado Corazón: socorro de mi miseria, lumbre de mis ojos, báculo de mis pasos, remedio de mis males, auxilio en toda necesidad. De Ti lo espera todo mi pobre corazón. Vos lo alentasteis y convidasteis cuando con tan tiernos acentos, dijisteis repetidas veces en vuestro Evangelio: Venid a Mí,... Aprended de Mí... Pedid, llamad... A las puertas de vuestro Corazón vengo pues hoy, y llamo, y pido, y espero. Del mío os hago, oh Señor, firme, formal y decidida entrega. Tomadlo Vos, y dame en cambio lo que sabeis me ha de hacer bueno en la tierra y dichoso en la eternidad. Amén.
Aquí se rezará tres veces el Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria, en recuerdo de las tres insignias, cruz, corona y herida de la lanza, con que se apareció el Sagrado Corazón a Santa Margarita María Alacoque.











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