domingo, 13 de marzo de 2016

ESCLAVITUD MARIANA - DIA 26

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A 
JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA,
POR LAS MANOS DE MARÍA


San Luis María Grignon de Monfort
(Nota: La preparación dura 33 días. Las oraciones están al final de la lectura de cada ocasión)
DÍA 26
Consideración del Tratado de la Verdadera Devoción
Capítulo VIII
Prácticas particulares de esta Devoción
(Estos títulos han sido puestos por el Santo)
Artículo I
Prácticas Espirituales
(Estos títulos han sido puestros por el Santo)


226. Aunque lo esencial de esta devoción consiste en lo Interior (Ver supra nº 119), no deja de tener varias prácticas exteriores que no se deben descuidar: Haec oportuit facere, et illa non omittere (“Estas debieras hacer sin omitir aquellas”. Mat. XXIII, 23), sea porque las prácticas exteriores bien hechas ayudan a las interiores, sea porque hacen recordar al hombre, el cual se guía siempre por los sentidos, lo que ha hecho a lo que debe hacer; sea porque son propias para edificar al prójimo que las ve, lo que no hacen las que son puramente interiores. Que ningún mundano, pues, ni crítico, meta aquí la naríz para decir que la verdadera devoción está en el corazón, que es preciso evitar lo que exterior, que puede haber en ello vanidad, que es menester ocultar su devoción, etc. Les respondo, con mi Maestro: Que los hombres vean vuestras buenas obras, a fin de que glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos (Mat. V, 16); no –según dice San Gregorio- que se deba realizar acciones y devociones exteriores para agradar a los hombres y obtener por ello alguna alabanza, eso sería vanidad; sino que se las hace algunas veces delante de los hombres, con la mira de agradar a Dios y por ahí hacer que se le glorifique, sin cuidarse de los desprecios ni de las alabanzas de los hombres. Mencionaré solo en resumen algunas prácticas exteriores, que no llamo exteriores porque se las haga sin interiorr, sino porque tienen algo de exterior, para distinguirlas de las que son puramente interiores.
I. Consagración después de ejercicios preparatorios
227. PRIMERA PRÁCTICA. Aquellos y aquellas que quieran entrar en esta devoción particular, que no ha sido erigida en cofradía (Los deseos del Santo se han realizado. Su devoción ha sido ya erigida en archicofradía, cuyos miembros se multiplican maravillosamente por todo el mundo. Las obligaciones son muy fáciles y reducidas. Para los sacerdotes existe la Asociación de los sacerdotes de María. La Archicofradía ha recibido el nombre de MARIA REINA DE LOS CORAZONES (título que el Santo emplea; ver puntos 37 y 38 del Tratado). Para cualquier información, inscripción, etc., dirigirse al Rector del Santuario de María Reina de los Corazones, en Roma: Via Romagna, 44. La casa madre de San Luis María está en Saint-Laurent-sur Sevre (Vendée), Francia), aunque fuese de desear, después de haber –como Jesucristo- (Estas palabras del Santo hacen suponer otra obra interior (p. ej., El amor de la Sabiduría Eterna; Cf. cap. VII y XVI), o una parte del mismo Tratado, que se habría perdido. Al final, en el Apéndice, se encontrarán las oraciones preparatorias, o ejercicios, aconsejados por el Santo) empleado doce días por lo menos, en vaciarse del espíritu del mundo contrario al de Jesucristo por la Santísima Virgen. He aquí el orden que podrán observar:
228. Durante la primera semana, emplearán todas sus oraciones y acciones de piedad en pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados; harán todo en espíritu de humildad. Para eso, podrán, si quieren, meditrar lo que he dicho de nuestro mal fondo (Ver supra nº 78 y sig.) y no considerarse en los seis días de esta semana sino como caracoles, babosas, sapos, cerdos, serpientes y machos cabríos; o bien estas tres palabras de San Bernardo: Cogita quid fueris, semen putridum; quid sis, vas stercorum; quid futurus sis, esca vermium (“Piensa lo que has sido, simiente pútrida; lo que eres, vaso de estiércol; lo que llegarás a ser, comida de gusanos”. (S. Bernardo. Inter opera), Meditación sobre el conocimiento de la condición humana). Rogarán a Nuestro Señor y a su Santo Espíritu que los ilumine, con estas palabras: Domine, ut videam (“¡Señor, que vea!”, Luc. XVIII, 41. Cf. Ps. CXVIII, 18 (“Aperi oculos meos”), o Noverim me (“Noverim me, noverim te”. San Agustín (Soliloquios, I. II, c. I, n. I) o Veni Sancte Spiritus, y dirán todos los días las letanías del Espíritu Santo y la oración que sigue, señaladas en la primera parte de esta obra (Ver nota 6 del punto nº 227. Estas letanías se encontrarán en el Apéndice). Recurrirán a la Santísima Virgen, y le pedirán esta gracia grande que debe ser el fundamento de las obras, y para esto dirán todos los días el Ave Maris Stella, y sus letanías.
229. Durante la segunda semana, se aplicarán en todas sus oraciones y obras de cada día a conocer a la Santísima Virgen; pedirán este conocimiento al Espíritu Santo. Podrán leer y meditar lo que al respecto dijimos. Recitarán, como en la primera semana, las letanías del Espíritu Santo y el Ave Maris Stella y, además, un rosario todos los días, o por lo menos, una corona con esta intención.
230. Emplearán la tercera semana en conocer a Jesucristo. Podrán leer y meditar lo que de ellos hemos dicho y decir la oración de San Agustín, que hemos puesto hacia el comienzo de esta segunda parte (Ver nº 67. El Santo había escrito primero: al comienzo… Para ser mas exacto, ha corregido, y puesto: hacia el comienzo de esta segunda parte. (Cf. nota 6 del nº 227)). Podrán, con el mismo santo, decir y repetir cien y cien veces al día: Noverim te: ¡Señor, que os conozca!”, o bien: “Domine, ut videam: ¡Señor, que vea yo quien sois Vos!” Recitarán, como en las semanas precedentes, las letanías del Espíritu Santo y el Ave Maris Stella, y añadirán todos los días las letanías de Jesús (Se encontrarán en el Apéndice).
231. Al cabo de esas tres semanas, se confesarán y comulgarán con la intención de darse a Jesucristo en calidad de esclavos de amor, por las manos de María. Y después de la comunión que tratarán de hacer según el método que indicaré mas adelante (Ver nº 266 y sig.), recitarán la fórmula de su consagración, que también encontrarán mas adelante (Esta fórmula se encontrará en el Apéndice); será menester que la escriban o la hagan escribir, si no está impresa, y que la firmen el mismo día que la hicieren.
232. Será bueno que ese día paguen algún tributo a Jesucristo y a su Santísima Madre, ya como penitencia de su infidelidad pasada a los votos del bautismo, ya para protestar su dependencia del dominio de Jesús y de María. Ahora bien, este tributo será según la devoción y la capacidad de cada uno: como un ayuno, una mortificación, una limosna, un cirio; aunque solo diesen un alfiler en homenaje, de corazón, es suficiente para Jesús, que no mira sino la buena voluntad (Cf. Marc. XII, 41/44. Ps. XLIX, CVIII, 1; CXVIV, 1, II Cor. IX, 7).
233. Una vez al año por lo menos, el mismo día, renovar todo lo que han hecho, con estas pocas palabras: “Tuus totus ego sum et omnia mea tua sunt: soy todo vuestro y todo lo que tengo os pertenece”, ¡oh mi amable Jesús!, por medio de María, vuestra Santísima Madre” (Los miembros de la Archicofradía de MARIA REINA DE LOS CORAZONES, ganan, cada vez que renuevan su consagración con esta fórmula, 300 días de indulgencia (aplicable a los difuntos) (S. S. Pío X, rescripto del 18 de diciembre de 1913, in perpetuo).
II. El rezo de la coronita de la Santísima Virgen
234. SEGUNDA PRÁCTICA. Recitarán todos los días de su vida, si nada lo estorba, la coronita de la Santísima Virgen, compuesta de tres Padrenuestros y doce Avemarías, en honor de los privilegios y grandezas de la Santísima Virge. Esta práctica es muy antigua y tiene su fundamento en la Sagrada Escritura. San Juan vió una mujer coronada de doce estrellas, vestida de sol y que tenía la luna bajo sus pies (Apoc. XII, 1), la cual mujer, según los intérpretes (Entre otros: S. Agustín (Tract. de Symbolo ad Catechumenos, lib. IV, cap. 1). San Bernardo (sermo super signum magnum, n. 3), es la Santísima Virgen.
235. Hay muchas maneras de rezarla bien que sería muy largo referir; el Espíritu Santo las enseñará a aquellos y aquellas que sean los mas fieles a esta devoción. Sin embargo, para rezarla de modo simple, es menester decir primero: Dignare me laudare te, Virgo sacrata; da mihi virtutem contra hostes tuos (“Hazme digno de alabarte, oh Virgen Sagrada, dame fuerzas contra tus enemigos”. Antif. Oficio Parvo. Segundas vísperas del Común de las fiestas de la B. V. M.); en seguida se dirá el Credo, después un Padrenuestro, después cuatro Avemarías, y un Gloria Patri; otra vez esto mismo y, al final: Sub tuum praesidium (Se encontrará esta oración en el Apéndice).


Prácticas Espirituales
Se dedicarán en sus oraciones y obras de cada día a conocer a la Santísima Virgen, pidiendo este conocimiento al Espíritu Santo. Podrán leer y meditar lo que sobre esto hemos dicho ya y rezarán, como en la primera semana, las letanías del Espíritu Santo y el Ave Maris Stella, y además un Rosario todos los días, o al menos cinco misterios con esa intención.


Oraciones de la segunda semana:


LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO


Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten piedad de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Trinidad Santa, un solo Dios,
Espíritu, que procede del Padre y del Hijo,
Espíritu del Señor, que al comienzo
de la creación planeando sobre las aguas, las fecundaste
Espíritu por inspiración del cual han
hablado los santos hombres de Dios,
Espíritu cuya unción nos enseña todas las cosas
Espíritu, que das testimonio de Cristo,
Espíritu de verdad que nos instruís sobre todas las cosas
Espíritu que sobreviene a María,
Espíritu del Señor que llena todo el orbe,
Espíritu de Dios que habita en nosotros,
Espíritu de sabiduría y de entendimiento,
Espíritu de consejo y de fortaleza,
Espíritu de ciencia y de piedad,
Espíritu de temor del Señor,
Espíritu de gracia y de misericordia,
Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad,
Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de paz
Espíritu de humildad y de castidad,
Espíritu de benignidad y de mansedumbre,
Espíritu de multiforme gracia,
Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios
Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos inenarrables
Espíritu que descendiste sobre Cristo en forma de paloma
Espíritu en el cual renacemos,
Espíritu por el cual se difunde la caridad en nuestros corazones
Espíritu de adopción de los hijos de Dios,
Espíritu que en lenguas de fuego sobre los Discípulos apareciste.
Espíritu con el cual fueron los Apóstoles henchidos
Espíritu que distribuyes (vuestros dones) a cada uno como quieres,
Sednos propicio, perdónanos, Señor.
Sednos propicio, escúchanos, Señor.
De todo mal,
De todo pecado,
De las tentaciones e insidias del diablo,
De toda presunción y desesperación,
De la resistencia a la verdad conocida,
De la obstinación y de la impenitencia,
De la impureza de la mente y del cuerpo,
Del espíritu de fornicación,
De todo espíritu malo,
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo,
Por la Concepción de Jesucristo, hecha por operación.
Por tu descenso sobre Cristo, en el Jordán.
Por tu advenimiento sobre los Discípulos.
En el día del juicio,
Pecadores, te rogamos, óyenos.
Para que, así como vivimos por el espíritu,
obremos también por el espíritu,
Para que, recordando que somos templo
del Espíritu Santo, no lo profanemos,
Para que, viviendo según el espíritu, no
cumplamos los deseos de la carne,
A fin de que por el espíritu mortifiquemos las obras de la carne,
Para que no te contristemos a ti, Espíritu Santo de Dios,
Para que seamos solícitos en guardar la
unidad de espíritu en el vínculo de la paz,
Para que no creamos a todo espíritu, te rogamos, óyenos.
Para que probemos a los espíritus si son de Dios,
te rogamos, óyenos.
Para que te dignes renovar en nosotros el
espíritu de rectitud, re rogamos…
Para que nos confirmes por tu espíritu
soberano, te rogamos, óyenos.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del
mundo, ten piedad de nosotros.
Oremos
Asístanos, te pedimos, Señor, la virtud del
Espíritu Santo, que purifique clementemente
nuestros corazones y nos preserve de todo
mal. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Así sea.




AVE ESTRELLA DE LA MAR


Ave estrella de la mar,
Augusta Madre de Dios,
Permanentemente Virgen,
Puerta del cielo, feliz.


Recibiendo Tú aquel Ave
Por la boca de Gabriel,
Ciméntanos en la paz,
Mudando el nombre de Eva.


Desata el lazo al culpable,
Muestra la luz a los ciegos,
Líbranos de todo mal,
Consíguenos todo bien.


Que eres Madre muéstranos;
Reciba por Ti las preces
Quien, nacido por nosotros,
Quiso ser el fruto tuyo.


Virgen única, sin par,
Entre todas la más dulce,
Líbranos de nuestras culpas,
Haz que seamos mansos, castos.


Concédenos vida pura,
Vía segura prepara:
Para que, viendo a Jesús,
Siempre juntos nos gocemos.


Se alabanza a Dios Padre,
Al sumo Cristo esplendor,
con el Espíritu Santo,
a los Tres un solo honor.
Amén.



Un Rosario, o al menos cinco misterios.









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