DÍA QUINTO
Puesto de rodillas delante de la Imagen del Glorioso Arcángel San
Rafael, se dará principio a la Novena persignándose y levantando el
corazón a Dios, procurando alentar la confianza y avisar la Fe,
haciéndose presente con la consideración a toda la Corte Celestial
y a la Reina de los Ángeles como especial Abogada nuestra, en cuya
presencia con humildad, dolor y arrepentimiento hará de todo corazón
un Acto de Contrición y después dirá esto.
ORACIÓN
Glorioso Arcángel San Rafael, Sagrado Príncipe de los siete que
asisten en el Trono supremo del mismo Dios, si es para gloria de la
Majestad Divina y para honra de vuestra Alteza que yo consiga lo que
deseo y pido en esta Novena, alcanzadme esta gracia del Señor, y si
no enderezad mi petición y pedid para mí a Dios aquello que más me
conviene para mayor gloria suya, vida, salud y provecho de mi alma.
Amén.
DEL LIBRO DE TOBÍAS EN LA SAGRADA ESCRITURA
El
ángel Rafael compañero de viaje
Entonces respondió Tobías a su padre, y dijo: “Padre, todo lo que
me has mandado, lo haré. Pero no sé cómo he de cobrar ese
dinero (de Gabelo); pues él no me conoce a mí, ni yo le conozco a
él. ¿Qué señal le daré? Ni siquiera conozco el camino para ir
allá.”
A
lo que su padre le contestó, diciendo: “Tengo en mi poder el
recibo firmado de su mano; cuando se lo mostrares, te pagará al
instante. Mas anda ahora, y búscate algún hombre fiel que vaya
contigo, recibiendo en pago un salario correspondiente, para que
hagas esta cobranza mientras yo vivo todavía.”
Salió Tobías y encontró un gallardo joven, que estaba ya con el
vestido ceñido, y como dispuesto a emprender viaje. Sin saber que
era un ángel de Dios, le saludó, y dijo: “¿De dónde eres, buen
muchacho?” El respondió: “De los hijos de Israel.” Tobías
le replicó: “¿Sabes el camino que va al país de los medos?”
“Sí que lo sé, respondió el otro; muchas veces he recorrido
todos aquellos caminos, y me he hospedado en casa de Gabelo, nuestro
hermano, que vive en Rages, ciudad de los medos, situada en la
montaña de Ecbátana. Tobías le dijo: “Aguárdame, te ruego, que
voy a dar aviso de todo esto a mi padre.”
Entró entonces Tobías en casa, y se lo dijo todo a su padre. De lo
cual admirado el padre, le rogó que entrase en su casa. Entró y
saludó a Tobías, diciendo: “Sea siempre contigo la alegría.”
Respondió Tobías: “¿Qué alegría puedo tener yo que vivo en
tinieblas y no veo la luz del cielo?” Replicó el joven: “Ten
buen ánimo, pronto serás sanado por Dios.” Tobías le preguntó:
“¿Podrás acaso llevar a mi hijo a casa de Gabelo, en Rages,
ciudad de los medos? Yo te pagaré tu salario cuando vuelvas.”
Contestó el ángel: “Yo le llevaré, y te lo volveré a traer
acá.” Tobías le dijo: “Dime, te ruego, ¿de qué familia o de
qué tribu eres tú?” Y el ángel le respondió Rafael:
“¿Averiguas tú acaso el linaje del jornalero, o la persona del
jornalero que ha de ir con tu hijo? Más por no dejarte en
inquietud (te digo): yo soy Azarías, hijo de Ananías el grande.”
Dijo entonces Tobías: “Tú eres de noble linaje. Te ruego que no
tomes a mal el que haya querido saber tu ascendencia.” El ángel
le replicó: “Yo llevaré sano a tu hijo, y sano te lo volveré a
traer.” Respondió Tobías y dijo: “Id en buena hora; Dios
bendiga vuestro viaje, y su ángel vaya en vuestra compañía.”
Después de haber preparado todo lo necesario para el viaje, se
despidió Tobías de su padre y de su madre, y los dos se pusieron en
camino.
Aflicción
de la madre
Partidos que fueron, la madre comenzó a llorar y decir: “Nos has
quitado el báculo de nuestra vejez, enviándolo lejos de nosotros.
¡Ojalá que nunca hubiera habido tal dinero, por el cual lo has
enviado! Porque nosotros estábamos contentos en nuestra pobreza,
y teníamos por riqueza el ver a nuestro hijo.” Tobías le
respondió: “No llores; nuestro hijo llegará salvo, y salvo
volverá a nosotros, y tus ojos lo verán; pues creo que un buen
ángel de Dios lo acompaña, disponiendo bien de todo lo que le pase,
a fin de que vuelva con gozo a nuestra casa.” A estas palabras
cesó la madre de llorar, y se calló.
Aquí se rezan tres Padres Nuestros y tres Ave Marías y después se
dirá a San Rafael la siguiente
Alentando cuanto se pudiere la confianza, con las palabras que a cada
uno le dictare su afecto pedirá a San Rafael el favor especial que
desea conseguir y luego para obligar más a Dios pondrá por
intercesión a la Reina de los Ángeles diciendo esta
ORACION
Soberana Reina de los Cielos y Señora de todos los nueve Coros
Angélicos María Santísima! digna Madre de mi Señor Jesucristo,
Templo vivo de la Divinidad, depósito de los tesoros de su gracia,
principio de nuestro remedio, restauradora de la general ruina del
linaje humano, nuevo gozo de los Santos, gloria de las obras del
Altísimo y único instrumento de su omnipotencia. Te confieso por
Madre dulcísima de Misericordia, Refugio de los miserables, amparo
de los pobres y consuelo de los afligidos y todo lo que en ti por ti,
y de ti confiesan los Espíritus Angélicos y de los Santos, todo lo
confieso reverente, y lo que en ti y por ti alaban a la Divinidad, y
la glorifican, todo lo alabo y glorifico, y por todo te bendigo,
magnifico, confieso y creo, por el poder Divino con vida a todos los
pobres, desvalidos, ignorantes, pecadores, grandes, pequeños,
enfermos, flacos, y a todos los hijos de Adán, de cualquier estado,
condición y sexo, Prelados, Príncipes e inferiores, para que vengan
por su remedio a su infinita y liberal Providencia, por la
intercesión de la que dio carne humana al Verbo Divino, porque sola
ella es poderosa para solicitar nuestro remedio y alcanzarle: por
tanto, Sagrada Reina de todas las Jerarquías, os pido y suplico en
nombre de todas ellas, nos alcancéis de vuestro querido Hijo la
exaltación de su Santísimo Nombre en toda la redondez del Mundo,
salud espiritual de las almas, la extirpación de las herejías, la
ruina del soberbio príncipe de las tinieblas, la universal extensión
de la Santa Iglesia, paz y concordia entre los Príncipes Cristianos,
para que todos enteramente alabemos al Santísimo Nombre de
Jesucristo, a quien sea la gloria por infinitos siglos de los siglos.
Amén
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