†
DIA
NONO.
Prudentísimo
San Francisco de Sales, que de todas las criaturas hacías escala por
donde subías á tu amado Dios, tomando solamente de ellas el
resplandor de la bondad divina, que de varias maneras participan
todas, levantando la atención á la primera causa, sin fijarla en
las segundas, conservando así imperturbable la divina presencia, que
despertaba en tu corazón un amor continuo del Sumo bien: alcánzanos
del Corazón de Jesús, la luz que te alumbraba, para que teniendo
siempre presente a Dios, como le tenías, le amemos como le amabas ,
y por medio para este fin el favor que deseamos.
Amén. Aquí
se reza un Padre nuestro, un Ave María, por la conversión de los
pecadores.
DE
LA VIDA DE SAN FRANCISCO DE SALES
San
Francisco de Sales, Obispo:
Monseñor
de Granier, quien siempre había visto en Francisco un posible
coadjutor y sucesor, pensó que había llegado el momento de poner en
obra sus proyectos. El santo se negó a aceptar, al principio, pero
finalmente se rindió a las súplicas de su Obispo, sometiéndose a
lo que consideraba como una manifestación de la voluntad de Dios.
A
la muerte de Claudio de Granier, acaecida en el otoño de 1602,
Francisco le sucedió en el gobierno de la diócesis. Fijó su
residencia en Annecy, donde organizó su casa con la más estricta
economía, y se consagró a sus deberes pastorales con enorme
generosidad y devoción. Además del trabajo administrativo, que
llevaba hasta en los menores detalles del gobierno de su diócesis,
el santo encontraba todavía tiempo para predicar y confesar con
infatigable celo.
En
su maravilloso “Tratado del Amor de Dios” escribió: “La medida
del amor es amar sin medida”. Supo vivir lo que predicaba.
El
libro “Introducción a la Vida Devota” nació de las notas que el
santo conservaba de las instrucciones y consejos enviados a su prima
política, la Sra. de Chamoisy, que se había confiado a su
dirección. San Francisco se decidió, en 1608, a publicar dichas
notas, con algunas adiciones. El libro fue recibido como una de las
obras maestras de la ascética, y pronto se tradujo en muchos
idiomas.
Terror
de los herejes:
El
celo de San Francisco de Sales por salvar almas lo hizo viajar a
numerosas localidades a fin de debatir con los herejes. Notable es
la ocasión en que se reunió con La Faye, uno de los más famosos
ministros calvinistas de la época. No pudiendo éste refutar los
argumentos del santo, se restringió a colmarlo de injurias y
ultrajes. El debate tuvo gran repercusión y llegó lejos. San
Francisco comenzó entonces a ser visto como el atleta invencible de
la verdad.
De
esta forma repetía las conversiones que había hecho en Chablais.
El duque de Saboya le solicitó a San Francisco que indicara los
medios para desenvolver los frutos de su misión. El apóstol,
pretendiendo un fin duradero, pidió entonces al duque más
misioneros apostólicos para asistir a los católicos, restaurar las
iglesias arruinadas y abrir las que estaban cerradas. Solicitó
asimismo que estimule a todos los habitantes de la provincia a
asistir a las prédicas católicas y que estableciera en la región
una compañía de infantería o de caballería para ocupar a la
juventud ociosa. Finalmente pidió al duque, que fundara en Thonon,
capital del Chablais, un colegio jesuita y que alejara a los herejes
de los cargos públicos. ¡No podía ser más radical!
El
santo tuvo la alegría de recibir la abjuración del primer
magistrado municipal de Thonon y de concluir la conversión de su
guarnición militar.
Los
éxitos de Francisco de Sales repercutieron en Roma. Clemente VIII le
confió entonces la misión de medirse cuerpo a cuerpo, en la propia
ciudad de Calvino, con Teodoro Beza su sucesor, porta estandarte y el
más fuerte apoyo de la herejía.
Así,
con peligro de su vida, el santo entró en Ginebra para entrevistarse
con Beza. El hereje se mostró cortés, reconoció la verdad, pero no
tuvo fuerzas para convertirse, retenido por el respeto humano. Murió
poco después, aparentemente en la práctica de la religión
"reformada".
Por
sus trabajos, su virtud y su ciencia, San Francisco de Sales se
convirtió en el terror de los herejes, de tal forma que los
ministros protestantes terminaron por rechazar cualquier disputa con
él.
Coronó
su misión en Thonon predicando las Cuarenta Horas, con la presencia
de los más altos personajes de la ciudad. En aquella que había sido
hasta hace poco la capital del calvinismo en la provincia, se vio en
dos oportunidades, por sus calles renovadas, al Santísimo Sacramento
llevado en solemne procesión. En esa ocasión, centenares de
personas, incluso algunos ministros, abjuraron del calvinismo.
Últimos
meses y muerte del Santo:
El
día de San Juan de 1622 le sobrevino una parálisis; pero recuperó
el habla y el pleno conocimiento. Con admirable paciencia, soportó
las penosas curaciones que se le administraron con la intención de
prolongarle la vida, pero que no hicieron más que acortársela.
Su
última palabra fue el nombre de “Jesús”. Y mientras los
circundantes recitaban de rodillas las Letanías de los agonizantes,
San Francisco de Sales expiró dulcemente, a los 56 años de edad, el
28 de Diciembre de 1622, fiesta de los Santos Inocentes. Había sido
obispo por 21 años y había convertido a 70.000 almas.
Después
de su muerte:
A
la misma hora en que falleció San Francisco de Sales, en la ciudad
de Grenoble estaba Santa Juana de Chantal orando por él, cuando oyó
una voz que decía: ” Ya no vive sobre la tierra”, pero era poca
inclinada a creer en favores extraordinarios, no creyó que fuese un
aviso de la muerte del santo. Cuando le llegaron con la noticia,
comprendió que aquella voz era cierta y durante todo el día y la
noche no podía parar de llorar la muerte del Santo.
Cuando
la noticia llegó a Annecy, después de un silencio general, todos
lloraban a su querido obispo.
Inmediatamente
que llegó su cadáver y fue sepultado, empezaron a ocurrir milagros
por la intercesión del santo, lo que llevó a La Santa Sede a abrir
su causa de Beatificación en 1626.
¿Qué
sucedió el día que abrieron su tumba?:
En
1632 se hizo la exhumación del cadáver de Francisco de Sales para
saber cómo estaba. Abrieron su tumba los comisionados de la Santa
Sede acompañados de las monjas de la Visitación. Cuando levantaron
la lápida, apareció el santo igual que cuando vivía. Su hermoso
rostro conservaba la expresión de un apacible sueño. Le tomaron la
mano y el brazo estaba elástico (llevaba 10 años de enterrado). Del
ataúd salía una extraordinaria y agradable fragancia.
Toda
la ciudad desfiló ante su santo Obispo que apenas parecía dormido.
Sus reliquias se conservan en el Monasterio de la Visitación de
Annecy.
San
Francisco fue beatificado por el Papa Alejandro VII en el 1661, y el
mismo Papa lo canonizó en el 1665, a los 43 años de su muerte.
En
el 1878 el Papa Pío IX, considerando que los tres libros famosos del
santo: “Las controversias” (contra los protestantes); La
Introducción a la Vida Devota” (o Filotea) y El Tratado del Amor
de Dios (o Teótimo), tanto como la colección de sus sermones, son
verdaderos tesoros de sabiduría, declaró a San Francisco de Sales
“Doctor de la Iglesia”, siendo llamado “El Doctor de la
amabilidad”.
Oración
Glorioso
San Francisco de Sales, vuestro nombre porta la dulzura del corazón
mas afligido; vuestras obras destilan la selecta miel de la piedad;
vuestra vida fue un continuo holocausto de amor perfecto lleno del
verdadero gusto por las cosas espirituales, y del generoso abandono
en la amorosa divina voluntad. Enséñame la humildad interior, la
dulzura de nuestro exterior, y la imitación de todas las virtudes
que has sabido copiar de los Corazones de Jesús y de María. Amén
ANTÍFONA
Sacerdos,
Pontifex et virtutum Opifex, Pastor bone in Populo , ora pro nobis,
Dominum.
V. Amavit eum Dominus et ornavit eum.
R. Stolam gloriae induit eum.
V. Amavit eum Dominus et ornavit eum.
R. Stolam gloriae induit eum.
ORATIO
Deus,
qui ad ánimarum salutem beatum Franciscum, confessorem tuum, atque
pontificem, omnibus omnia factum esse voluisti: concede propitius, ut
charitatis tuae dulcedine perfusi, ejus dirigentibus monitis, ac
sufragantibus meritis aeterna gaudia consequamur. Per Dominum nostrum
Jesum Christum Filium tuum: Qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti Deus per omnia secula seculorum. R. Amén
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