sábado, 21 de noviembre de 2015

MES DE MARÍA - Día catorce

CONSAGRADO A HONRAR LA VIDA OCULTA DE MARÍA EN NAZARET


LA SAGRADA FAMILIA DEL PAJARITO. BARTOLOMÉ ESTEBAN MURILLO

Oración para todos los días del Mes
¡Oh María! durante el bello Mes que os está consagrado, todo resuena con vuestro nombre y alabanzas. Vuestro santuario resplandece con nuevo brillo y nuestras manos os han elevado un trono de gracia y de amor, desde donde presidís nuestras fiestas y escucháis nuestras oraciones y votos. Para honraros, hemos esparcido frescas flores a vuestros pies y adornado vuestra frente con guirnaldas y coronas. Mas ¡oh María! no os dais por satisfecha con estos homenajes: hay flores cuya frescura y lozanía jamás pasan y coronas que no se marchitan. Estas son las que Vos esperáis de vuestros hijos; porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos, y la más bella corona que pueden deponer a sus pies es la de sus virtudes. Sí; los lirios que Vos nos pedís son la inocencia de nuestros corazones; nos esforzaremos pues, durante el curso de este Mes consagrado a vuestra gloria ¡oh Virgen santa! en conservar nuestras almas puras y sin mancha y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas aún la sombra misma del mal. La rosa cuyo brillo agrada a vuestros ojos es la caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos: nos amaremos, pues, los unos a los otros como hijos de una misma familia, cuya madre sois, viviendo todos en la dulzura de una concordia fraternal. En este Mes bendito procuraremos cultivar en nuestros corazones la humildad, modesta flor que os es tan querida; y con vuestro auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y resignados. ¡Oh María! haced producir en el fondo de nuestros corazones todas estas amables virtudes; que ellas broten, florezcan y den al fin frutos de gracia para poder ser algún día dignos hijos de la más santa y de la mejor de las madres. Amén.



CONSIDERACIÓN

Desde su vuelta del destierro, la santa familia volvió a habitar la solitaria estancia de Nazaret en el más completo apartamiento del mundo, oculta y desconocida de los hombres. Esta época fue, sin embargo, la más venturosa de la vida de María, porque no es la más feliz la vida que “pasa con estruendo como un arroyo de invierno, sino cuando se asemeja a una corriente de agua que se desliza en plateados hilos por entre la hierba de las praderas.” Pobre y humilde era su condición, continuo su trabajo y escaso su alimento; pero en cambio poseía el tesoro más preciado de la tierra, vivía al lado de su Hijo, se embelecía en su contemplación, escuchaba atenta sus palabras, recogía sus sonrisas, velaba su sueño, y eso la hacía más feliz que los príncipes y reyes en medio de los esplendores de la grandeza. Enteramente dedicada a su servicio, todo lo dejaba y todo lo olvidaba por él, y hasta las privaciones y contratiempos le parecían placenteros, porque Jesús todo lo endulzaba con su ternura de hijo. La oración y el trabajo compartían sus días y sus noches, y sólo eran interrumpidos para recibir las lecciones de santidad y perfección que recibía de los labios de su Hijo y de su Dios. María fue la primera y más aprovechada discípula del Maestro divino. En la escuela de Nazaret se ejercitó en la práctica de las más heroicas virtudes y penetró hondamente en el conocimiento de los grandes misterios de la bondad y de la sabiduría divinas. Jamás hubo en el mundo criatura mas honrada. Pobre y humilde en la apariencia, tenía, sin embargo, bajo su dominio al Criador del Cielo y de la tierra, el cual, como hijo fiel y sumiso, la obedecía con amor y con respeto. Al considerar este espectáculo, no se sabe qué admirar más, si la humildad del hijo o la grandeza y dignidad de la madre. Si ser esclavo de Dios es un honor incomparable, ¿cuánto mas debería serlo el de tenerlo por súbdito y ser obedecido por él? -Así transcurrieron los años silenciosos, pero fecundos en lecciones y enseñanzas de la vida oculta de María. Treinta años de felicidad y de sosiego ocupados en el servicio de Dios y en la práctica de las más heroicas virtudes.
Grandes son las ventajas de la vida oculta y apartada del mundo. Nada hay que turbe tanto el espíritu como el tumulto atronador de los pasatiempos y diversiones del mundo. La paz huye lejos del alma que vive en medio del ir y venir de los negocios humanos y de los intereses materiales. No hay descanso ni reposo en la Babilonia donde se agitan los mundanos en busca de una felicidad, que no es más que una sombra fugitiva. La paz y el reposo sólo moran en la Jerusalén silenciosa, cuyos moradores hallan la felicidad dentro de si mismos, en el testimonio de una conciencia pura y del deber cumplido. Sin esta condición, la felicidad es una palabra vana. Dios no hace oír su voz sino en el recogimiento y el silencio del alma que se aparta del bullicio del mundo. Sólo esas almas silenciosas y recogidas tendrán la dicha de recibir sus inspiraciones y gustar de sus consolaciones. Los ricos perfumes sólo se conservan en vasos bien cerrados; del mismo modo la gracia divina sólo fructifica en almas cerradas para las disipaciones mundanales. Es imposible servir fiel mente a Dios y hacer el negocio de la propia santificación, cuando se ocupa la mayor parte del tiempo en satisfacer las multiplicadas exigencias del mundo. Es imposible no olvidar a Dios y cumplir los deberes del propio estado, cualquiera que sea, cuando se esta pendiente de las caprichosas exigencias de la vanidad, que no conoce límites en su aspiraciones. El mundo es un tirano cruel cuyos antojos son leyes imprescriptibles y cuyas veleidades no dejan tiempo para ocupaciones mas serias. Quien quiera servirlo, necesita consagrarle la vida entera, descuidando por necesidad el cumplimiento de los deberes que tiene para con Dios, el prójimo y su propia santificación. De todos esos peligros se aleja el que, como María, vive sin estrépito ni disipaciones en el apartamiento del mundo.

EJEMPLO
María, estrella del mar