Jueves Santo
Después de la Santa Misa del Jueves Santo, el Santísimo se reserva en lugares especiales para la Comunión del Viernes Santo, día en que se conmemora la Pasión y Muerte del Señor. Dichos lugares, que son distintos a los habituales, se llaman Monumentos. El Viernes y el Sábado Santo son los únicos días del año en que no se celebra la Santa Misa.
La tradicional visita a los siete Monumentos se realiza en la tarde y noche del Jueves Santo y durante el día del Viernes Santo, antes de la celebración de la Pasión. Es una manera de acompañar a Jesús la noche en que fue “oprobio de los hombres” (Salmos 21, 7).
Además, el acto piadoso tiene como objetivo dar gracias a Jesús por la institución de la Eucaristía y desagraviar, con homenajes, los ultrajes que El recibió.
Quien por enfermedad u otro impedimento no pudiera visitar siete monumentos, puede hacerlo fervorosamente, una sola vez, en su Parroquia.
¿Qué rezar en cada estación?
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Jaculatoria inicial: ¡Alabado y ensalzado sea en este Monumento, el Santísimo y Divino Sacramento!
Oración preparatoria
¡Oh Dios!, que en este tan admirable Sacramento nos dejaste un memorial de tu Pasión: dadnos, Señor, la gracia de venerar los sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre tan devotamente, que merezcamos experimentar en nosotros perpetuamente el fruto de tu Redención. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Así sea.
Después de cada visita se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria.
Meditaciones para las siete visitas
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I- Oración de Jesús en el Huerto
Salió como de costumbre, fue al Huerto de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Llegando al lugar les dijo: “Vigilad y orad para no caer en tentación” Se apartó de ellos y puesto de rodillas oraba diciendo: “Padre si no puede pasar este cáliz sin que yo lo beba, hágase tu voluntad”. Entonces se le apareció un ángel que lo confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos, vencidos por la tristeza y les dijo: “Levantaos vamos, ved que está cerca el que me va a entregar”. (Lc, 22,41-46)
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II- Jesús es atado y llevado a la casa de Anás
El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina. Jesús le respondió: “He hablado públicamente al mundo; siempre enseñé en la sinagoga y en el templo, adonde concurren todos los judíos, y a escondidas no he hablado nada. ¿Porqué me interrogas a mí? Interroga a los que han oído lo que les he hablado” . Apenas dijo esto uno de los guardias que ahí estaba, dio una bofetada a Jesús, diciendo: “¿Así respondes al Sumo Sacerdote?” Respondióle Jesús: “Si hablé mal, da testimonio de lo malo, mas si bien, ¿por qué me hieres?” (Jn. 18, 12-14 y 19-24)
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III- Jesús llevado ante Caifás
Pero Jesús seguía callado. El Sumo Sacerdote le dijo: “Te conjuro por el nombre de Dios vivo que nos digas si tu eres el Mesías, el Hijo de Dios bendito”. Le dijo Jesús: “Tú lo dijiste, empero, yo os digo que a partir de ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder de Dios y venir sobre las nubes del cielo.” Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestiduras y dijo: “¡Blasfemó! ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué os parece?”. Ellos todos dieron sentencia contra él, diciendo: “Reo es de muerte” (Mc. 14,53 y 55-64)
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IV - Jesús llevado ante Poncio Pilato
Llevan pues a Jesús al pretorio. Pilato llamó a Jesús y le interrogó: “Tú eres el rey de los Judíos?”. Respondió Jesús: “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mis ministros lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero ahora mi Reino no es de aquí.” Entonces Pilato le dijo: “¿Luego tú eres rey?” Respondió Jesús: “Tú dices que yo soy Rey. Yo para esto nací; y para esto vine al mundo: para dar testimonio a favor de la verdad. Todo el que es de la verdad, oye mi voz.” (Jn. 18, 33-38)
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V- Jesús llevado ante Herodes
Cuando Herodes vio a Jesús se regocijó en extremo, porque desde hacía mucho tiempo estaba deseoso de verle, pues había oído decir muchas cosas de Él, y esperaba verle hacer algún prodigio. Y le hacía numerosas preguntas. Mas Él no respondió nada. Menosprecióle Herodes juntamente con sus cuerpos de guardia y haciendo burla de Él, le vistió un ropaje blanco, y le remitió a Pilato. (Lc 23, 8-1)
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VI- Segunda presentación ante Pilato
Pilato dijo a los sumos sacerdotes: “¿Qué haré pues de Jesús, el rey de los judíos?” Y todos a una voz respondieron: “¡Crucifícale, crucifícale!”. “¿Pero qué mal ha hecho éste? Ningún delito capital hallo en él”, preguntó Pilato. Mas ellos seguían gritando con más fuerza: “Crucifícale”. Entonces Pilato, viendo que nada aprovechaba, sino que más bien se promovía un alboroto, tomando agua se lavó las manos en presencia del pueblo diciendo: “Inocente soy yo de la sangre de este justo. Vosotros lo veréis.” Y todo el pueblo respondió “¡Sea su sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos! Entonces les soltó a Barrabás...” (Mt. 27, 22-26 y Jn. 19,16)
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VII- Jesús llevado a su Pasión
Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y reunieron alrededor de Él a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un manto de púrpura; y trenzando con espinas una corona se la colocaron sobre su cabeza y pusieron una caña en su mano derecha, y doblando la rodilla delante de Él le hacían burla diciendo “¡Salve, rey de los judíos!”. Y le daban bofetadas y le escupían; y tomándole la caña, le golpeaban con ella en la cabeza. Cuando se hubieron burlado de Él, le quitaron el manto, y le pusieron sus ropas y le llevaron a crucificarle. (Mt. 27, 27-31)
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